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Recibe, oh Dios eterno

Recibe, oh Dios eterno, la hostia inmaculada
que luego a Ti inmolada va a ser en el altar.
Con ella te pedimos que aceptes nuestros dones:
son fieles corazones que a Ti sólo han de amar.

Oh Dios que reformaste la humanidad caída,
confunde nuestra vida con tu divinidad,
lo mismo que se mezcla en esta ofrenda pura
el agua es la figura de nuestra humanidad.

El vino de la uva y el trigo en blanco grano
son fruto de las manos, son hijos del dolor;
esfuerzos y trabajos que en Cristo se agigantan,
y por su medio alcanzan valor de redención.